Los autobuses tiene varias filas de asientos, yo no entro bien en las filas de asientos de dobles, las rodillas me pegan en el respaldo de adelante, pero como mi trayecto es entre fin de lineas suelo tener todo el autobús para elegir. Por eso me suelo sentar en las cajas de cuatro asientos, para ir cómodo.
Pero claro, yo ocupo un sitio, quedan tres libres....
-Vamos atrás mejor.
-No mujer, que aquí entramos bien.
-Pero es que yo me mareo si voy patrás.
-Entonces déjame ahí a mi que no me mareo.
-Ayy que bien, pues bueno, es que me mareo con nada.
"Me mareo si voy patrás", todo un clásico. El caso es que todavía no son las nueve de la mañana, pero ya se nota que han desayunado fuerte, hablan alto, para una matriz 3x3. Yo a lo mio al Chrono Trigger, que tengo un jaleo mundos que pa qué.
-Pues si, ayer tuve tutoría y sabes lo que me dijo la profe ¿no?, que el niño no le hace caso, que la siesta no quiere dormir... y que no quiere dibujar.
-Uhhh mira, si yo te contara... lo que pasa es que es nueva, que viene de los niños de siete años, y con los de dos años no sabe, del mio también me dijo, que era muy movido. Y yo digo que noooo, que hay que sabeeer.
-¡Es eso!, que no sabe llevarlos claro que no, y se lo voy a contar a Marimar, que por lo menos vean lo que hay.
En ese punto desconecto del juego. Progenitores poniendo en duda todo el sistema educativo menos el papel de los padres y alumnos, en este caso son progenitoras, un par de cotorras para ser más exactos. Ya me estoy imaginando a la fulana esta arruinándole la vida a la profesora con la tal Marimar. Me supongo será la jefa de estudios, la directora o alguien al cargo.
No puedo evitar mirarlas, y no muy disimuladamente porque ya las tengo atravesadas; mi edad más o menos, pelo corto una, media melena otra, una con pelo teñido de rojo y otra de rubio, sobrepeso ambas, sobrepeso muy mal distribuido. Bajo la mirada otra vez a la consola. De refilón veo que la que no se marea ha dejado la punta del paraguas unos centímetros encima de mi zapato, tic, tic, tic. Aparto el pie, en mi cabeza mecagoensusmuertos.
-Y lo de que no dibuja vamos a dejarlo... ¡que no sabe ella más bien!.
-Que nooooo, que no sabe llevarlos.
-¡Fíjate! ¡Fííííjate! si el otro día en la cocina me cogió una revista y se puso a pintarla, ¿eh?
Y remata:
-¡Ya me dirás tu!, me pinta la revista en casa y es el mismo niño... -pausa- ¿cómo se explica eso? -pausa más larga- SI ES EL MISMO NIÑO ¿COMO SE VA A COMPORTAR DIFERENTE EN DOS SITIOS DISTINTOS? ¿EH?.
Oír eso es como un calambre, la muy zote se queda tan pancha, mantiene un rato la barbilla levantada, reforzando el "¿EH?".
Las miro alternativamente, ya muy descarado, pero me ignoran.
-Que si, cuéntaselo a Marimar mejor.
Miro al resto de pasajeros por si alguien está tan desconcertado como yo, una señora de la caja izquierda me aguanta la mirada, le levanto las cejas, ¿las has oído verdad?, se sonríe.
-¡Dale! que es la siguiente.
Pulsan el botón y empiezan a levantar sus orondos traseros, salen del autobús, me quedo masticando lo que acabo de oír, la siguiente es mi parada.
No puedo evitar mirarlas, y no muy disimuladamente porque ya las tengo atravesadas; mi edad más o menos, pelo corto una, media melena otra, una con pelo teñido de rojo y otra de rubio, sobrepeso ambas, sobrepeso muy mal distribuido. Bajo la mirada otra vez a la consola. De refilón veo que la que no se marea ha dejado la punta del paraguas unos centímetros encima de mi zapato, tic, tic, tic. Aparto el pie, en mi cabeza mecagoensusmuertos.
-Y lo de que no dibuja vamos a dejarlo... ¡que no sabe ella más bien!.
-Que nooooo, que no sabe llevarlos.
-¡Fíjate! ¡Fííííjate! si el otro día en la cocina me cogió una revista y se puso a pintarla, ¿eh?
Y remata:
-¡Ya me dirás tu!, me pinta la revista en casa y es el mismo niño... -pausa- ¿cómo se explica eso? -pausa más larga- SI ES EL MISMO NIÑO ¿COMO SE VA A COMPORTAR DIFERENTE EN DOS SITIOS DISTINTOS? ¿EH?.
Oír eso es como un calambre, la muy zote se queda tan pancha, mantiene un rato la barbilla levantada, reforzando el "¿EH?".
Las miro alternativamente, ya muy descarado, pero me ignoran.
-Que si, cuéntaselo a Marimar mejor.
Miro al resto de pasajeros por si alguien está tan desconcertado como yo, una señora de la caja izquierda me aguanta la mirada, le levanto las cejas, ¿las has oído verdad?, se sonríe.
-¡Dale! que es la siguiente.
Pulsan el botón y empiezan a levantar sus orondos traseros, salen del autobús, me quedo masticando lo que acabo de oír, la siguiente es mi parada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario